MARIA

MARIA
ROSAS PARA LA VIRGEN MARÍA

sábado, 23 de noviembre de 2013

CONOCIENDO A LA VIRGEN MARÍA


CONOCIENDO A LA SANTISIMA VIRGEN MARIA

 
Dios está contigo, María!”

Como en la vida de las grandes figuras del Antiguo Testamento, Dios se hizo presente en la vida de María. El ángel Gabriel vino y le dijo: “¡Ave María, llena de gracia! ¡El Señor está contigo!”. Traduciendo mejor estas palabras para la gente, pueden decir: “¡Alégrate, María, favorecida por la gracia! ¡El Señor está contigo!” (Lc 1,28).

 María quedó muy impresionada con este saludo del ángel y no sabía bien lo que significaban aquellas palabras (Lc 1,29). Y no era para menos, pues se trataba de dos asuntos muy importantes:


1. “Favorecida por la Gracia”

 En la Biblia, la palabra gracia indica el amor y el cariño con que Dios ama a su pueblo, la fidelidad con que él lo sustenta y el compromiso que él asumió consigo mismo de estar siempre con ese pueblo para liberarlo.

 

 
 

En el Antiguo Testamento, el pueblo siempre fue objeto de este amor fiel de Dios. María lo sabía muy bien, pues conocía la historia de su pueblo. Y ahora, conforme a las palabras del ángel, toda esta carga de amor fiel de Dios para con su pueblo y todo este compromiso de libertar a los oprimidos estaban siendo concentrados en su persona. Ella, María, era “favorecida por la gracia”. Era objeto de aquella gracia con que Dios quería beneficiar a su pueblo.
 
 

¡No tengas miedo!
El ángel enseguida, para tranquilizarla, le dijo: “Tranquilízate, María, que Dios te ha concedido su favor. Pues mira, vas a concebir, darás a luz un hijo y le pondrás de nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David su antepasado; reinará para siempre en la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin” (Lc 1, 30-33).

Con esta respuesta del ángel todo quedó claro. María supo que ella era escogida de Dios para ser madre del libertador del pueblo, esperado desde tantos siglos. ¡La esperanza de todos iba a realizarse!
 
 “El Espíritu Santo vendrá sobre ti!”
Ante la dificultad de María, el ángel le contestó: “El Espíritu Santo bajará sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso al que va a nacer lo llamarán “consagrado”, Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel; a pesar de su vejez ha concebido un hijo, y la que decían que era estéril está ya de seis meses; para Dios no hay nada imposible” (Lc 1, 35-37).
En la hora en que el ángel preguntaba a María si ella quería ser la madre del libertador del pueblo, era como si la historia de la humanidad quedase parada por un momento, suspensa ante la respuesta de aquella joven Miriam. Dios permitió que la respuesta libre de una joven “humilde y pobre” decidiese el futuro de la humanidad. Y ella no le decepcionó.
Creyó en este mensaje, concibió del Espíritu Santo, y la Iglesia ya está naciendo. Es en la vida y en el testimonio de esta Iglesia donde la Palabra de Dios se hace carne y nos revela su imagen.



1 comentario:

  1. Qué buen blog, muy bonito el material con la información adecuada. Felicitaciones!

    ResponderEliminar